En la era de los ebooks y la información digital nos hemos visto sorprendidos con una nueva tendencia decorativa: utilizar los libros como objeto decorativo. De hecho, no hace falta ser un amante del diseño editorial para darse cuenta de que algunos libros pueden ser un elemento tan estético como un cuadro o un jarrón.
Evidentemente, para que un libro sea considerado una pieza decorativa en sí misma debe tener un diseño muy cuidado. No es de extrañar, pues, que los libros más demandados por los interioristas sean precisamente los de arte y diseño, ya que éstos suelen presentar un gran sentido estético.
La tapa del libro supone un gran reto para los diseñadores. Por supuesto, lo mismo sucede con el diseño interior, aunque la verdad es que la estética de decorar con libros llevada al extremo puede suponer que en las casas más “fashion” encontremos expuestos libros extraordinarios que sus propietarios ni siquiera hayan hojeado.
Líneas depuradas, minimalismo y un protagonismo absoluto de la tipografía son las características más destacadas de los diseños actuales. Eso sí, por mucho que nos gusten los libros, si queremos ser fieles a esta tendencia, jamás debemos acumularlos en estanterías rebosantes, sino disponerlos en pequeñas pilas, ya sea sobre un mueble o en el suelo, o incluso de forma individual en lugares donde se lleven todo el protagonismo que se merecen.
Otro tipo de libro con mucho filón en el mundo del interiorismo es el de los libros vintage. Así, muchas revistas o blogs proponen decorar hogares actuales aprovechando libros antiguos rescatados del fondo de alguna estantería polvorienta. Es habitual que se presenten atados con cuerdas o sujetados con otros objetos recuperados como una plancha antigua o una vieja cámara fotográfica.
Por supuesto, en la variedad está el gusto, así que cada uno se puede hacer suya esta curiosa tendencia y adaptarla a su propio estilo.