Postales, tarjetas, calendarios, escaparates, envases… La Navidad siempre encuentra alguna forma de entrar en nuestras casas. En las últimas décadas, las marcas comerciales y los publicistas se han apropiado de algunos símbolos que se repiten año tras año. Veamos la historia que se esconde detrás de los más habituales:
Santa Claus. Poco queda ya de la figura de San Nicolás de Bari, nacido en la actual Turquía el el año 280 (y no en el Polo Norte), que repartió sus bienes entre los afectados de peste. Gracias a esa generosa acción el santo, al que la marca Coca-Cola asignó definitivamente su atuendo rojo, es todo un icono de estas fiestas. Por lo general, le acompaña su corte de duendes y los renos, que tiran de su trineo cargado de regalos.
Árbol de Navidad. Los pueblos del norte de Europa adornaban un árbol de hojas perennes para celebrar el nacimiento del Dios Frey. Con la llegada de los cristianos, se adaptó esta tradición a las fiestas de Navidad. Se cree que el árbol tal y como lo conocemos hoy en día, procede de Alemania. Los objetos más tradicionales para su decoración son las estrellas, en recuerdo de la de Belén, las bolas, representando manzanas, símbolo de las tentaciones a evitar, los lazos, posiblemente evocando la unión de las familias y las velas, en representación de la luz de Cristo.
Flor de pascua. Es originaria de Centroamérica, donde los indígenas la conocían como “Flor de Cuero” debido a su color rojo. Se popularizó como adorno Navideño en Estados Unidos y Europa ya que, además de tener forma de estrella, florece en invierno, coincidiendo con las fiestas de Acción de Gracias y Navidad.
Bastón de caramelo. Aunque es típicamente americano, se cree que fue creado alrededor del siglo XVIII en Centro Europa. Hay quien dice que su forma pretende recordar los bastones que llevaron los pastores que fueron a adorar al niño Jesús recién nacido.
Otros símbolos vinculados con la Navidad como las campanas o, evidentemente, las figuras del Belén, como el niño Jesús o los ángeles como protagonistas, están directamente relacionados con la Iglesia y la tradición cristiana.
Cada vez hay más partidarios de apostar por una Navidad más creativa, evitando caer en los mismos tópicos de siempre o, al menos, darles una vuelta. Así, además de llamar la atención, se consigue aportar una imagen de marca más fresca y renovada.
Colgar adornos originales o recurrir a tradiciones más locales, como los Reyes Magos o las “neules” mallorquinas, que recuerdan a cristales de nieve, frente a tradiciones más globales son algunas de las formas de huir de los convencionalismos.
Estos son solo algunos de los símbolos más emblemáticos de la Navidad. Por supuesto, hay muchos más, que seguro que se irán presentando ante nosotros durante las próximas semanas.
Os deseamos unas felices fiestas, ¡con o sin clichés!